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Límites, hábitos y deseo de aprender.

 

El límite es un acto de amor

 

Una vida sin límites, lejos de ser gratificante, produce mucha frustración y termina siendo autodestructiva. Es necesario el límite en todos los ámbitos de nuestra vida, al comer, al conducir, al trabajar. ¿Cómo explicar lo que está bien y lo que está mal?, ¿Se puede enseñar esto?

 
Aunque los tiempos han cambiado sigue existiendo el bien y el mal, las buenas y las malas conductas, sabemos que no da todo igual, que no es lo mismo ser buena que mala persona, lo que dependerá de la particular educación que los padres quieran darle a sus hijos.


El límite es un acto de amor, ordena, organiza y el niño así lo interpreta, le da identidad; lo lleva también a tener hábitos que son comportamientos repetidos regularmente que el niño aprende. Entonces el límite es una “herramienta” para desarrollar un hábito, el cual debe ser inculcado, enseñado, incluso impuesto, algo que a los padres hoy les resulta difícil realizar. No debe interpretarse esto como autoritarismo, sí como autoridad.


El niño no trae incorporado desde su nacimiento el límite y el hábito: hay que desarrollarlo, ambas cosas predisponen a un niño para realizar una actividad.


Todo lo dicho hasta aquí sería mejor si estuviera teñido por el deseo, el cual aparece ligado a una falta, y es el límite quien marca una falta. No todo se puede tener; la satisfacción de un deseo no tiene nada que ver con la satisfacción de una necesidad biológica o fisiológica; si fuera así el niño sólo lloraría por motivos orgánicos y no por afecto, el deseo se funda y nace en el deseo del otro. El deseo es el motor que nos pone en contacto con la vida.


En la actualidad hay un desencuentro entre la escuela, la que a veces dirá que los padres no se acercan, y la familia, que dirá que la escuela no se ocupa.


El niño primero es hijo, luego alumno y llega a la escuela con ideales, modales, maneras de vincularse con los otros, con la norma, con el límite, con el hábito y con el deseo, la escuela tendrá que seguir estimulando todos estos aspectos, ya que la responsabilidad de ambos es la educación del niño.


“El ser humano sólo puede llegar a ser humano a través de la educación; sólo es lo que la educación hace de él”. Immanuel Kant.
Familia y escuela deben ir de la mano.


Lic. Silvana Piscitello
Psicopedagoga
MP 33-1854
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